Alzheimer y visibilidad mediática. Por un (saludable) término medio

Cómo tienta la visibilidad mediática...

Cómo tienta la visibilidad mediática…

Entre el 19 y 20 de marzo pasados, gran parte de la prensa estadounidense replicó los datos principales del informe que la Alzheimer Association publicó en su sitio web. Entre ellos, la afirmación de que las mujeres mayores de sesenta años corren más riesgos de desarrollar olvido patológico que cáncer de mama llamó la atención de CNN y USA Today por ejemplo.

En el transcurso de las mismas 24 horas, Los Ángeles Times publicó la nota editorial «No podemos darnos el lujo de no invertir más dinero en la investigación sobre Alzheimer«. Por su parte, el Huffington Post difundió dos estudios: aquí, el de la Escuela de Medicina de Temple sobre una posible relación entre sueño y demencia y aquí, el de científicos de Harvard sobre la ausencia de la proteína REST en los enfermos de Alzheimer.

Activa desde el desarrollo fetal del cerebro, la mencionada proteína está programada para proteger a las neuronas añosas de los efectos tóxicos que provocan las proteínas anormales. De ahí la importancia del descubrimiento que también atrajo la atención de la cadena Fox News y del diario New York Times.

Impresiona un poco esta proliferación de contenidos periodísticos en tan corto tiempo. Algunos la imaginamos consecuencia del shock que habrá provocado el minucioso reporte de la Alz.org, circunscripto a los EE.UU (aquí, la versión completa). Entre ellos, que 5.2 millones de estadounidenses padecen Alzheimer, que la enfermedad se manifiesta en una persona nueva cada 67 segundos, que el Alzheimer es la sexta causa de muerte, que uno de cada tres mayores norteamericanos muere con Alzheimer, que este año el olvido patológico le costará unos 214 mil millones de dólares a la sociedad de ese país.

Al final de la síntesis del reporte un mapa interactivo permite conocer especificaciones por cada estado de USA. Es cuestión de hacer clic en aquél que nos interesa para acceder a una planilla Excel con los datos correspondientes.

Qué no daríamos los argentinos preocupados por el Alzheimer por contar con información tan detallada a escala nacional y provincial, y con una prensa tan predispuesta a colaborar en términos de difusión. Sin embargo, el fenómeno mediático del 19 y 20 de marzo también genera algunos reparos.

El primero apunta a las síntesis institucional y mediática de la información original, que empañan la indiscutible rigurosidad con la que la Alzheimer Association elaboró su primer reporte de 2014 (así lo sugieren las 327 referencias gubernamentales, académicas, del sector privado). El reproche en cuestión tiene que ver con la simplificación de datos, que a todas luces apuesta al golpe de efecto admisible en la publicidad de un producto, hasta cierto punto en una campaña proselitista, pero contraproducente cuando está en juego la salud pública.

El anuncio de que las mujeres de sesenta años en adelante tienen más chances de enfermarse de Alzheimer que de cáncer de mama constituye el ejemplo más elocuente en este sentido. Al menos eso pensamos quienes entendemos el cruce entre Alzheimer y cáncer de mama como otro ejercicio generalizador que convierte resultados del trabajo científico (incluso aquéllos no concluyentes ni reveladores) en consignas comunicacionales cuyo objetivo principal es provocar impacto social.

Según el sitio oficial que el Gobierno de los Estados Unidos le dedica al cáncer de mama, esta enfermedad afecta a una cada 28 mujeres de sesenta años y a una cada 26 mujeres de setenta en ese país. Cuando nos topamos con esta proporción promedio, entonces entendemos las letras catástrofes que anuncian la frecuencia todavía mayor del Alzheimer.

Ahora bien, el mismo sitio web aclara que, si bien la edad es el factor de riesgo más grande, existen otros antecedentes igualmente influyentes en el desarrollo de cáncer de mama. Por eso «no todas las mujeres de un mismo grupo etario corren el mismo riesgo». Por eso, esta herramienta de análisis de riesgo arroja resultados muy diferentes según los datos ingresados: de ahí que terminen enfermándose sólo dos de cada cien sexagenarias libres de aquellos otros factores de riesgo.

El segundo reparo tiene que ver con la conducta de una prensa que -ojalá sin proponérselo- fogonea una suerte de paranoia colectiva. En este caso, lo hace superponiendo contenidos que replican datos del informe de Alz.org y contenidos que no mencionan el reporte pero que sí lo reconocen de manera implícita. Así, mientras Los Ángeles Times exige más inversión en investigación, el Huffington Post, Fox News y el New York Times se hacen eco de dos investigaciones tan promisorias como el análisis de sangre promocionado semanas atrás.

Ante esta constatación, señalamos la conveniencia de un término medio entre la absoluta invisibilidad mediática registrada durante la primera década de 2000′ y el protagonismo cada vez más grande -por momentos forzado- que el Alzheimer está adquiriendo últimamente en la agenda pública de los países desarrollados. Está muy bien informar, advertir, concientizar, exigirles una mayor intervención a los Estados comprometidos con la lucha contra esta enfermedad. Pero, por favor, no dejemos tentarnos por los artilugios del discurso publicitario y/o propagandístico más rudimentario.

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