Detección temprana. ¿Para qué?

El título de este post retoma el interrogante que Diana compartió el viernes pasado aquí, al pie de esta entrevista realizada al Dr. Raúl Arizaga, y que la mayoría de los hijos de pacientes de Alzheimer nos hacemos cuando enfrentamos nuestro miedo a heredar la enfermedad. ¿Qué ganamos con la detección temprana? ¿De qué nos sirve un diagnóstico que suena a validación del peor temor? ¿Por qué exponernos a la confirmación de una sentencia que conocimos en tanto testigos presenciales, y que nos amenaza con la figura de próximas víctimas directas? ¿Para qué desafiar la espada de Damocles que pende sobre nuestras cabezas?

Antes de responder a estas preguntas, quizás convenga separar algunos tantos. El primero remite a la transmisión genética del Alzheimer, que mencionamos meses atras en el siguiente párrafo: «al parecer, lo único seguro es que una variante de la enfermedad es decididamente hereditaria; por lo demás, la proporción de hijos que replican el olvido patológico de su padre/madre enfermo/a oscila entre el 5 y el 15 por ciento según las distintas fuentes citadas en Internet».

Retengamos el reverso de estas cifras y concentrémonos en el margen del 85 al 95 por ciento a nuestro favor. En otras palabras, son bastante reducidas las probabilidades de que repitamos el Alzheimer de algún progenitor.

En caso contrario, es decir, por si el destino decidiera ensañarse con nosotros, bien vale considerar la exposición que el Jefe de Neurología Cognitiva de la Fundación FLENI, Dr. Ricardo Allegri, brindó antes de ayer en esta «charla de actualización». Para empezar, descubramos la siguiente redefinición de las etapas del Alzheimer:

1) Etapa presintomática
2) Etapa asintomática en riesgo
3) Etapa prodrómica
4) Etapa demencial (leve / moderada / severa)

El gráfico publicado a continuación diferencia la evolución de la función cognitiva en una persona que envejece normalmente (curva verde) y la evolución de la función cognitiva en una persona con Alzheimer (curva amarilla). Como puede verse, en la instancia «prodrómica» aparecen los primeros síntomas (los olvidos preocupantes* y eventuales cambios de conducta) pero el paciente conserva ciertas capacidades funcionales y, por lo tanto, cierta autonomía.


Lo ideal sería que el diagnóstico temprano se realizara en las etapas «presintomática» o «asintomática en riesgo» (es decir antes de que el mal de Alzheimer se manifieste). Lamentablemente esto es impracticable, al menos por ahora y mientras se ignore las verdaderas causas de la enfermedad: de hecho, no es posible identificar o adelantarse a algo irresuelto o desconocido. Dada esta limitación, la medicina se concentra en la tercera fase porque (re)conoce mejor el panorama clínico.

La detección del Alzheimer prodrómico permite extender el tiempo transcurrido entre la aparición de los primeros síntomas y la irrupción de la demencia. A tono con la metáfora de aquella escalera que baja al infierno, se trata de resistir el descenso, de atrincherarnos en los primeros escalones.

El Dr. Allegri explicó que, en este tercer estadío, es posible tratar las causas reversibles de deterioro con drogas diseñadas para tal fin, y con entrenamiento físico y cognitivo (en este sentido juegan un rol importante los llamados «talleres de la memoria» sobre los que escribiremos más adelante). Por otra parte, la detección temprana también obliga a un repaso de nuestro historial clínico, y a reformular los eventuales tratamientos que seguimos para curar otras enfermedades y que implican el consumo de algún remedio cuyos efectos colaterales afectan la cognición y por consiguiente pueden acelerar nuestro Alzheimer incipiente.

La detección temprana también nos da tiempo para planificar nuestro futuro y, si tenemos familia, para que ésta digiera el diagnóstico, se asesore y organice su estrategia de asistencia y acompañamiento. Quienes apuestan a los avances de la ciencia también podrán pensar en participar de algún programa de investigación.

Desde ya, la decisión de solicitar un turno con miras a una detección temprana es extremadamente personal. El miedo a la posibilidad de revivir la pesadilla desde el lugar del enfermo inmoviliza, sugiere la conveniencia de «no levantar la perdiz».

Ante esta sensación, cabe recordar que los especialistas recomiendan la consulta en caso de síntomas relevantes (en general percibidos por el entorno antes que por el paciente). Nunca «porque sí», «por las dudas», o por el solo temor al factor hereditario.

En síntesis, la cuestión pasa por empezar a combatir el Alzheimer antes de su versión demencial. El día en que podamos hacerlo en las etapas asintomáticas será porque la ciencia avanzó mucho, no sólo en materia de diagnóstico sino de prevención.

Hasta entonces, los hijos de víctimas de Alzheimer seguiremos conviviendo con nuestro mayor miedo. Algunos también le prestaremos atención a la esperanzadora presunción de estar mejor posicionados que nuestros padres cuando la enfermedad los atacó impunemente, en parte porque se tardó en detectarla y tratarla.

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* En su exposición, el Dr. Allegri distinguió entre «olvido benigno» y «olvido patológico». Esta tabla ayuda a diferenciarlos.

3 pensamientos en “Detección temprana. ¿Para qué?

  1. es un temor de muchos que tenemos antecedentes de esta enfermedad, mi madre tiene alzheimer de rapida progresion y el medico me aconsejo, aclaro que tengo 36 años, que comience a hacer ejercicios de ingenios, juegos de mente, que lea mucho, ejercicios de matematica, etc. mi abuela tambien tuvo alzheimer pero no tan rapido como lo esta teniendo mi madre, en fin trato de no pensar en esto, me concentro en cuidar a mi madre, luego veremos que hacemos de nosotros mismos.
    excelente articulo

  2. Hoy me quedo con este párrafo:

    Ante esta sensación, cabe recordar que los especialistas recomiendan la consulta en caso de síntomas relevantes (en general percibidos por el entorno antes que por el paciente). Nunca “porque sí”, “por las dudas”, o por el solo temor al factor hereditario.

    Maria, he vivido unos cuantos años más que vos, tengo ya 60 y con el tiempo aprendí que no se puede planificar todo ni adelantarse. Que las cosas suceden cuando tienen que suceder y que la realidad suele cachetearte sin avisos previos. Por eso hay que tratar de vivir el presente e ir tomando decisiones de acuerdo a las circunstancias.

    Así como dicen que lo más bello y valioso llega siempre de sorpresa la vida me enseñó que lo feo y lo que daña también llega de sorpresa. No se puede controlar todo, sólo hay que entregarse a vivir.

    Y ahora, tratando de darle al tema un tinte más risueño te cuento que aún me acuerdo de las claves de facebook, hotmail, outlook, tarjetas, movistar on line, también de los horarios de los remedios de mamá, etc.etc…. y aunque suelo perder los anteojos y las biromes no creo que sean síntomas relevantes.

    Gracias por tu post que responde a mi interrogante.

  3. ¡Diana!

    Estamos fuera de peligro quienes a veces tardamos en encontrar nuestros anteojos y biromes (sí, sí, sí: a mí también me pasa a mis ahora cuarenta años 😉 ).

    Por si fuera necesario, aclaro que este post no pretende alentar paranoias ni obsesiones. Es cierto que la vida nos sorprende para bien y para mal, y que es imposible controlarlo todo.

    En este sentido me permito transcribir el cierre de aquel otro post sobre el miedo de los hijos: «Concentrémonos en nuestro aquí y ahora; tengamos en cuenta que obsesionarnos con nuestra condición de hijos de un enfermo atenta -hoy mismo- contra nuestra propia salud mental».

    En el transcurso de estas semanas seguiré elaborando textos con información relevada durante la charla del FLENI, siempre teniendo en cuenta las inquietudes de los lectores del blog (y, para qué ocultarlo, las mías propias). Ojalá interesen.

    Un abrazo y, como siempre, gracias por tu comentario.

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