Licencia editorial

Faltan ocho días para el cumpleaños de mi papá, y justo encuentro esta foto en casa mientras aprovecho un tiempo libre para ordenar. Enseguida caigo en la cuenta de que nunca mostré a mi viejo durante los casi nueve años que llevo adelante MaldeAlzheimer. Lo cité, lo busqué, lo homenajeéconté que lo soñé pero nunca me atreví a presentarlo (¿a exponerlo?) de esta manera.

«Éste es un espacio dedicado a la enfermedad que padeció mi padre, no a mi padre» es la consigna que trato de respetar desde aquel 10 de marzo de 2005, y por la cual me resisto a publicar fragmentos de algún álbum familiar. Por otra parte, siempre tuve presente la importancia que Don Luis supo acordarle al respeto por la privacidad propia y ajena: crítico acérrimo de la prensa farandulera, seguro habría despotricado contra el uso exhibicionista que hoy muchos hacen de las redes sociales y los blogs.

En parte por esto y en parte porque le irritaba posar para la cámara, mi viejo solía escaparles a los compinches y parientes empecinados en capturar momentos para la posteridad. Sin embargo, como toda regla, ésta también tuvo (tiene) su excepción.

El retrato que hoy comparto en contra de cierta tradición conforma el regalo que un amigo de mi padre, fotógrafo profesional, les hizo a él y a mi madre para celebrar mi primer año de vida. La expresión de Don Luis en ésta y demás impresiones que componen aquel álbum aniversario barre de un plumazo la fama de figurita retobada.

La mirada trasunta el orgullo y la felicidad típicas de una paternidad deseada y por fin alcanzada. Establece un vínculo directo con ese prójimo al otro lado de la lente que hoy venimos a encarnar nosotros, lectores y hacedores de este refugio online.

Quienes enfrentamos el Alzheimer de un ser querido nos detenemos especialmente en esa mirada presente y altiva porque -sabemos- representa uno de los primeros trofeos que el olvido patológico nos arrebata. Reconocemos esa luz que evoca la atinada raíz etimológica de la palabra Lucidez, y que intentamos encender (al menos por un ratito) en los ojos de nuestro abuelo, padre, tío, hermano, amigo enfermo.

Escribo estos párrafos y publico esta foto, amparada en aquella excepción que mi padre hizo cuarenta años atrás. De esta manera atípica, vuelvo a rescatarlo de las fauces de la enfermedad y a comprometerme con un proyecto que lo excede.

Si hubiera estado al tanto de este doble propósito, quizás mi querido Don Luis habría perdonado -incluso consentido- la pequeñísima licencia editorial.

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7 pensamientos en “Licencia editorial

  1. Maria, es un lujo leerte. Tus palabras estremecen hasta mis fibras más íntimas.

    Alguna vez te dije que tenías un legado y en tus notas ante el dolor y la tristeza siempre se encuentra la LUZ.

    Mas que emotiva la presentación de Don Luis.

    GRACIAS!!!

  2. Conmovedor. Los que hemos tenido familiares con este mal, entendemos eso de intentar encender, aunque sea por un ratito, aquella luz en los ojos del ser querido. Al revés que en tu caso, yo trataba de eternizar algún esbozo de sonrisa a través de fotografías y hasta un video. Todos intentamos algo, siempre. Un beso grande.

  3. Gracias a vos, Diana, por la calidez y el acompañamiento de siempre.
    Un abrazo grande.

    Stella, sólo quienes atravesamos esta experiencia conocemos la envergadura del esfuerzo por mantener la lucidez del enfermo… y también la propia. Sin dudas, todo intento es válido.
    Gracias por tus palabras y también por la constancia. Un beso para vos.

  4. Me parece que es un regalo muy lindo que le haces a a tus lectores. Frente a una deshumanización de la medicina y la enfermedad, frente a tanta frialdad que encuentran los familiares de un paciente con Alzheimer, esta foto con esas miradas que transmiten y trascienden vida, establece un puente de comprensión entre vos y tus seguidores. Esta foto pone al desnudo el alma del blog. Gracias por compartirla!

  5. Gracias a vos por tu comentario, Daniela.

    Ésta es una de las fotos más entrañables que tengo de y con mi papá. Quizás por eso me conmueve mucho que la encuentres reveladora del alma de MaldeAlzheimer. Sí así lo entienden los demás lectores, entonces valió la pena compartir este pedacito de historia personal.

  6. Hola María, hace mucho que no escribía en el blog, hoy visitándolo luego de un tiempo me encuentro con esta bella foto de tu padre y vos y tan conmovedor relato, gran verdad lo de la mirada!!. Has sido de gran ayuda para los que hemos pasado por este duro camino y como también comentara en su oportunidad, lo que pudo permanecer en mi padre hasta último momento fue su mirada, la tengo tan presente!! Nos hablábamos con los ojos!! Un gran abrazo María

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