Primero la conducta; después la memoria

Desde el martes pasado distintos medios se hacen eco de una revelación científica que algunos familiares de víctimas de Alzheimer aprendimos con la experiencia: la pérdida de memoria no siempre es el primer síntoma de la enfermedad. Es cierto, cuando miramos atrás, constatamos que nuestro padre, madre, tío, abuelo empezó a andar mal bastante antes de que el olvido comenzara a jugarle malas pasadas, y de que algún médico diagnosticara con precisión.

Según coinciden los informes publicados por los españoles ABC y El País (entre otros diarios escritos en castellano), las manifestaciones patológicas más incipientes aparecen en la conducta. «Cambios en el comportamiento o dificultades para ver, hablar o moverse», especifica uno de los artículos linkeados, para luego señalar que «mucho antes de que falle su memoria, estos pacientes van de consulta en consulta sin que ningún médico acierte su enfermedad».

Como sus pares, La Vanguardia atribuye este fenómeno a casos de Alzheimer precoz, es decir a personas menores de 60 años que conforman un tercio de la población afectada. Sin embargo, cuando nos retrotraemos a 2009, recordamos el lema de la Federación Internacional de Alzheimer («detectar cuanto antes») y la información difundida entonces: «antes de la enfermedad existe un deterioro cognitivo y, antes de ese deterioro cognitivo, un estadio pre-sintomático de muchos años atrás».

Da entonces la sensación de que la pérdida de memoria no siempre es el primer síntoma de Alzheimer, independientemente de la precocidad del caso.

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