Con «A» de Alzheimer… y de anosognosia

A raíz de este texto difundido en sitios web, blogs y por correo electrónico, quien suscribe buscó más información sobre la llamada «anosognosia» y encontró la versión digital de la tesis de doctorado que la médica francesa Anne Samuelle Watteau-Maisons presentó en junio pasado sobre el impacto de esta alteración patológica en el diagnóstico clínico de personas de edad avanzada. Parte del marco teórico de este trabajo inspiró la redacción del presente post y de otros que se publicarán más adelante.
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Además de afectar el recuerdo de hechos recientes, de provocar olvidos antes inusuales y/o de generar dificultades de aprendizaje, la enfermedad de Alzheimer presenta otro síntoma menos estudiado y sin embargo frecuente: la anosognosia.

La anosognosia incide en regiones cerebrales implicadas en la toma de conciencia, y por lo tanto altera la capacidad para reconocer o apreciar la severidad de los déficits en el propio funcionamiento perceptivo, motor, afectivo o cognitivo. Atención, no debemos confundirla con la negación, que es un mecanismo de defensa psicológica.

Esta alteración puede ser parcial o total. En el primer caso, el paciente reconoce sus propias dificultades, pero no realiza una consulta espontánea porque las relativiza o le resultan indiferentes. En el segundo caso, el paciente no reconoce ninguna falencia.

En general y aunque carece de una definición consensuada, la anosognosia se evalúa comparando la apreciación del enfermo con la opinión de quien lo acompaña o del clínico y eventualmente con los resultados de tests varios. Además de problemas de memoria, en ocasiones este fenómeno también supone dificultades cognitivas y de autonomía en la vida cotidiana. Se trata, por lo tanto, de un síntoma complejo.

Total o parcial, la anosognosia afecta entre el 23 y 75% de las víctimas de Alzheimer. Suele aparecer en un estadio leve o moderado de la enfermedad, y parece aumentar cuanto más avanzan la edad y el nivel de demencia.

Redactado en 2010, este post sobre los primeros indicios de la enfermedad (aquéllos que deberían alertar a los familiares de personas mayores) no mencionaba el término aquí presentado pero sí se refería a un pensamiento frecuente entre quienes transitan la primerísima etapa del mal de Alzheimer: «mi entorno insistió en que consultara con el médico, pero yo no estaba convencido de que esto fuera necesario».

Este tipo de reflexión podría remitir a un principio de anosognosia. Estemos atentos.

Un pensamiento en “Con «A» de Alzheimer… y de anosognosia

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